lunes, 26 de diciembre de 2011

25 de indignación.

Domingo, 25 de diciembre de 2011. Para muchos fue un día más del año; para otros, tal vez alguna fecha especial; para la mayoría, un día de descanso post trasnocho de la fiesta de Navidad. Para mí, sin embargo, fue un día un tanto fuera de lo común.

Llegué a mi guardia en un pequeño hospital del estado Aragua, con la esperanza de que, contra todo pronóstico, fuera un día tranquilo. Al llegar, la doctora que me entregó la guardia me informó: “Los Médicos Integrales Comunitarios (MIC) hicieron guardia anoche.” No le di mayor importancia porque, de vez en cuando, estos personajes se aparecían por el hospital, como parte de su “formación”. La sorpresa se presentó cuando la doctora me señala: “no están como estudiantes. Están como médicos. Tienen sello y todo.”

Mi indignación al instante no fue normal pero, como era de esperarse, no dejé que eso interfiriera con mi labor de ese día. Comencé a pasar el triaje como de costumbre.

La guardia estuvo tranquila, afortunadamente. Con “tranquila” me refiero a que vinieron pocos pacientes, y los pocos que acudieron, no tenían nada de gravedad. Solamente, cerca del mediodía, llegaron 4 politraumatizados, uno de ellos con fractura de cráneo. La situación estaba tensa, evidentemente. Habían pacientes por referir, heridas por suturar y férulas de yeso por colocar. No obstante, mi “colega” MIC de guardia no hizo acto de presencia ante la eventualidad en ningún momento, a pesar de que ya no quedaban pacientes pendientes en el triaje.

Me molestó intensamente la situación, pero proseguí con mi trabajo. En el fondo estaba consciente de la incuestionable realidad: yo estaba preparada para resolver la situación, y ella no. Tan sencillo como eso. Yo lo sabía, y asumo que mi “colega” también, porque por algo no se asomó ni siquiera a preguntarme si necesitaba ayuda.

Después de este evento la guardia se desenvolvió, como dije antes, con tranquilidad. En la noche, llegó una paciente embarazada, referida por una de las obstetras del hospital, con una orden de hospitalización para realizarle una cesárea electiva el día siguiente. Como yo estaba ocupada, la MIC asumió la responsabilidad de realizar el ingreso. Tal vez por pena, o qué sé yo por qué, no acudió a mí ante sus dudas, sino a mi compañera de guardia, egresada, al igual que yo, de la escuela Vargas de la UCV, pero que se encontraba a cargo de la emergencia pediátrica.

La actitud de mi compañera probablemente no será del agrado de muchos, pero a mi parecer fue la correcta. “Si tú ya eres MÉDICO, con sello, de guardia, trabajando, cobrando un sueldo, deberías saber cómo hacer un ingreso. Yo no estoy para enseñarle a otro médico, a estas alturas, cómo realizar una historia clínica.” La MIC, según me cuenta mi compañera, respondió con un “es que este formato no lo manejamos en donde nos formamos.” PERDÓNAME: yo tuve la oportunidad de rotar por 4 hospitales, 5 contando éste en donde me encuentro trabajando, y la historia clínica lleva, en esencia, la misma información, a pesar de las diferencias de formato en cada hospital. Mis preguntas son: ¿por qué la falta de humildad? ¿Por qué no reconocer que NO SABES HACER UNA HISTORIA CLÍNICA, SENCILLAMENTE PORQUE NO TE FORMARON PARA ESO? No tiene nada de malo admitirlo, después de todo, no es tu culpa.

La MIC hizo el ingreso y se fue a las 7pm porque, a diferencia de nosotros, su guardia es de 12 horas (la nuestra es de 24 horas, más una ñapa variable). Al cabo de un rato, las enfermeras me llamaron porque las órdenes de la embarazada no estaban selladas. Acto seguido, yo declaré que esas órdenes no las había hecho yo, pero igual iba a revisarlas. Si yo estaba de acuerdo, las firmaría sin problemas. Para mi sorpresa (léase con sobredosis de sarcasmo), no estaba ni minúsculamente de acuerdo con esas órdenes.

Evidentemente, me negué a sellarlas;  llamé a su compañera MIC que inició la guardia a las 7pm y ella, curiosamente, también se negó a hacerlo. Llamó a su compañera para que viniera a sellar sus propias “órdenes”, llamado al cual nunca acudió. El resultado: la paciente hospitalizada durante horas, sin recibir ningún tratamiento, sin cumplir ninguna indicación.

Por morbosa “curiosidad” revisé la historia y encontré errores BESTIALES, ANIMALADAS de todo tipo. Desde aspectos básicos como una buena ortografía, hasta puntos más especializados, como la redacción del examen físico de una mujer embarazada. La historia estaba mal hecha desde todo punto de vista y, POR EL BIEN DE LA PACIENTE, tuve que repetirla de pies a cabeza.

Toda la situación, bizarra por de más, me hace reflexionar. La MIC alegaba que a ella “nunca la dejaron” hacer una historia clínica en ningún hospital. Amiga, en primer lugar, si como tú dices "no te dejaron", es porque no te formaron adecuadamente; porque una historia clínica, compañera, es algo básico, repito: BÁSICO para cualquier médico. De hecho, es lo primero que se nos enseña en el área clínica como tal, es decir, luego de las ciencias básicas (anatomía, bioquímica, fisiología, etc.). En segundo lugar, si estás diciendo que “nunca te dejaron” hacer una historia, ¿por qué no dices que NO SABES HACER UNA? ¿Por qué insistes en decir que son “diferencias de formato”? …En tercer lugar, si nunca te dejaron hacer una historia, ¿por qué la haces sin consultar? ¿Por qué escribes lo que mejor te parece si no estás segura? ¿Te da pena admitir que NO ESTÁS BIEN PREPARADA?

Me pongo a pensar… en los medios se dice que cómo es posible que obtengan el título de médicos, si ni siquiera han atendido un parto. Los MIC en contra parte, afirman, juran y perjuran que sí han atendido, y que, de hecho, están CANSADOS de atender partos. Yo me pregunto, humildemente, ¿cómo es posible que tengas la aptitud de atender un parto sin que se te complique, si no sabes qué tipo de hidratación debe llevar una embarazada en trabajo de parto, ni cómo indicarla? ¿Cómo es posible que puedas atender un parto si no sabes ni siquiera medir correctamente la altura uterina, o el resto del examen físico de una paciente embarazada?

Imaginé por un momento una situación hipotética en la que un MIC evalúe en el triaje a una embarazada y decida, según su criterio, ingresarla. Imaginé por un momento que me llamaría al momento del parto para pedirme ayuda porque, probablemente, en el lugar donde "se formó" no atendían partos. Mi primera reacción sería: Dr. ¿por qué decidiste ingresarla si no sabes atender un parto? ¿Con qué ordenes la ingresaste? ¿Te fijaste en el eco; tiene todos sus exámenes? ...Seguramente me llevaría una respuesta no satisfactoria, y mi reacción primaria, como ser humano, sería: tú eres (supuestamente) MÉDICO, asume tu responsabilidad… y me retiraría de la escena.

Me imaginé que esa respuesta en el peor de los casos no tendría ningún efecto en el MIC, y en el mejor de ellos, les enseñaría algo… pero, ¿a qué costo? Si ese bebé o esa madre se complican o mueren, no habrá valido la pena lo mucho o poco que hubiera aprendido el MIC con mi actitud. En otras palabras, ante su irresponsabilidad, ante su ineptitud, ante su inutilidad, está por encima la vida de las personas. Entonces, a los médicos de verdad, nos toca ser indefinidamente centinelas, velando para que estos pseudo médicos no cobren más vidas de la cuenta.


"Órdenes médicas:
Dieta (cuál???) a partir de las 8pm.
Hidratación parenteral: Ringer (qué cantidad,
por cuál vía??? POR QUÉ RINGER???).
Preparar para turno quirúrJico."
"Cardiopulmonar: MV presente en amVos campos
pulmonares...."
"Abdomen: altura uterina 15,5..."
Así fue este 25 de diciembre. Veamos cuántos días como éste, me tocará enfrentar, hasta que mi indignación alcance un nivel estratosférico que me lleve, posiblemente, a apartarme de este camino que escogí y en el cual he luchado por mantenerme.