martes, 19 de junio de 2012

Janteloven


Hace algún tiempo, no recuerdo exactamente cuándo, ni por qué, me puse investigar sobre los países nórdicos. En el camino a Wikipedia me topé con el más pequeño de estos países, Dinamarca, y me dispuse a leer lo que decía la página sobre él. Resultó interesante ver que según un “índice de paz global” Dinamarca se sitúa en el segundo lugar entre los países más pacíficos del planeta, solamente superado por Nueva Zelanda. Ante tal característica, me dediqué a leer más profundamente acerca de aquellas lejanas tierras.

Me encontré con que Dinamarca es uno de los países con menos conflictos internos, y con la mayor igualdad social. Decía que todos los partidos, independientemente de su ideología, se avocaban a velar por los intereses de todos los daneses y a mantener la igualdad social que los caracteriza.

Yo solo pensaba… ¿la gente se imaginará a Venezuela con esas características? ¿Podrán imaginarse a una Venezuela con conflictos internos prácticamente inexistentes? … ¿Podrán imaginarse a los partidos políticos, tan antagónicos, trabajando juntos o separados para lograr las mismas cosas? Progreso, bienestar, justicia social…

Algo que me llamó poderosamente la atención en cuanto a la cultura danesa (o tal vez nórdica en general) es que ellos aplican la llamada Ley de Jante (Janteloven, en danés). En resumen: los daneses desaprueban cualquier actitud que siquiera asome la sutil posibilidad de que te consideres mejor que otra persona.

Me produce una risa sarcástica pensar en esta “ley”, que si bien es ficticia (no está en el código penal ni nada, fue concebida en una novela), bien podría ser una verdadera ley de vida. Me causa risa al ver constantemente comentarios racistas, clasistas y denigrantes en las redes sociales. Pero, ¿por qué habría de causarme risa? Porque quienes publican esos comentarios no son gente del primer mundo, desarrollados. Son venezolanos, son personas nacidas en mi país; un país tercermundista y mestizo, zambo y mulato.

Soy testigo de cómo asocian a los negros con delincuencia (aunque esto también lo he visto en países “desarrollados”), asumen que las peruanas, bolivianas o ecuatorianas nunca ganarían un Miss Universo, y que las mujeres de servicio ("cachifas") solo saben de telenovelas y de programas como “Quién tiene la razón.” Más recientemente, incluso han descalificado a los mismos venezolanos (como fue el caso de Yaracuy). Les encanta, además, envanecerse de su apellido extranjero (que poco o nada tiene que ver con ellos, realmente).

Me causa gracia porque ellos juran que están reafirmando su estatus de “superioridad” intelectual y socioeconómica al publicar comentarios de ese estilo. No amigo; no amiga. Qué triste por ti, pero, cuando te burlas de una señora de servicio, de un afrodescendiente o de una boliviana, lo único que haces es gritar a los cuatro vientos tu patético tercermundismo y tu subdesarrollo atroz. Mira a Dinamarca: si un danés llega a insinuar minúsculamente que se considera mejor que otro, tal como tú lo haces, toda, TODA LA SOCIEDAD te desprecia. Y tú terminas humillado, como la porquería de ser humano que eres. En el caso de Yaracuy y otros estados del interior del país, me causa aun más gracia: pensar que en ningún país desarrollado se burlan de sus propios estados. ¿No les parece ridículo? A mí me parte de la risa, verlos llenos de vanidad, y ver cómo idiotas, huecos como ellos, los aplauden, comparten sus comentarios, le dan like, los retuitean. Y yo riendo como un reflejo para bloquear la profunda indignación que me causan.

Yo creo que si en Venezuela aplicáramos la Ley de Jante, viviríamos mejor que en Dinamarca, al menos en un ámbito. Lo de la inseguridad, los problemas de salud y educación, es harina de otro costal…

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